En muchos sectores económicos, el pequeño tamaño de la empresa tiene una incidencia negativa en términos de productividad y competitividad, ya que al aumentar el número de empleados, aparecen economías de escalas, sube facturación, bajan costes unitarios, se aprovechan recursos, etc, … pero en el sector de la Formación Bonificada este principio no es del todo cierto, y prueba de ello es el cierre de centros de formación y entidades organizadoras medianas o grandes en los últimos años. En Formación Programada el tamaño no importa.

En el sector de la Formación existe un principio básico que muchos empresarios olvidan: LA LIQUIDEZ. Por ello, el negocio funciona en las áreas de formación privada (por ejemplo cursos idiomas u oposiciones) donde se cobra mensualmente, o en formación bonificada con un periodo de cobro como máximo de 2-3 meses, o en máster o cursos expertos o especializados de larga duración con una facturación inicial y un mecanismo de financiación del coste. Por este motivo, una subvención de formación nunca es un premio, incluso al contrario, se puede considera una complicación por las trabas, exigencias y retraso en su cobro.

Por otro lado, la Formación Programada requiere una adaptación permanente y actualizada de la cartera de cursos, del catálogo que se ofrece, de las modalidades formativas y de la estrategia comercial. La entidad de formación tendrá éxito si aumenta la captación de alumnos y empresas (nuevas o repetidoras), si sube el número de horas formativas o la rotación, si se optimizan los procesos de gestión o disminuyen las trabas de la Administración. Es decir, por ejemplo doblar el número de administrativos o de profesores puede ser un coste improductivo, a diferencia de un aumento de asesores técnicos o gestores de empresas, o técnicos que valoran las necesidades formativas de las empresas bonificadas.

En la Formación Bonificada perdurarán las Entidades Organizadoras y Centros de Estudios flexibles, que se adapten al mercado, que tengan ventaja competitiva ya sea en proximidad, especialización, experiencia, que aportan más valor que la competencia, que sean rápidas en el diseño de cursos, en captación comercial y gestión, en la fidelización de los alumnos, … y para ello no es necesario ser una gran empresa, ni disponer de 3 oficinas o 4 centros formativos, al contrario, un solo lugar físico para el departamento de información y estudio de necesidades formativas de las empresas (comercial), otro lugar para la gestión, documentación y archivo, y otro para el área didáctica, docente o formativa.

En cuanto a la normativa, en los últimos años se han anunciado novedades tras la publicación del RD 694/2017, pero nada de nada, aunque sí se intensifican los procesos de control, seguimiento y régimen sancionador de la Formación Programada o Bonificada, participando muchos actores: Fundae, SEPE estatal, SPE de las CCAA, la Inspección de Trabajo, Tes Gral Seguridad Social, …No existe una normativa clara para trabajar como entidad organizadora o formadora, pero sí que está definido el Plan de Seguimiento, con indicadores de riesgo, protocolos y niveles de actuación, …

Por último, señalar que en la Formación Bonificada permanecen las empresas ágiles, alertas y rápidas, que saben darle a las empresas la formación que necesita, que buscan obtener el máximo de visibilidad con el mínimo de inversión, que se aprovecha de la necesidad de la innovación, y de las obligaciones legales que impone el mercado. Las grandes empresas se pueden permitir cometer errores, pero esta posibilidad debe ser reducida al mínimo en los pequeños empresarios de Formación. Es una estrategia flexible y efectiva, donde se presentan a las empresas una relación de cursos novedosos, con atractivo y gancho, donde valora ser el primero.