La formación bonificada o programada por las empresas, gestionada a través de FUNDAE, se ha consolidado como una herramienta para el desarrollo continuo de los trabajadores y la competitividad empresarial. En este artículo, exploraremos los aspectos clave de este sistema, incluyendo su normativa, beneficios y la implementación práctica en las empresas, sustentados en ejemplos reales y casos prácticos.

 

La formación bonificada se rige principalmente por la Ley 30/2015 y el Real Decreto 694/2017, que establecen el sistema de formación profesional para el empleo en el ámbito laboral. Estas normativas definen los criterios y procedimientos que deben seguir las empresas para beneficiarse de la formación bonificada.

 

La Ley 30/2015 regula el sistema de formación profesional para el empleo, con el objetivo de promover la capacitación y el reciclaje profesional de los trabajadores, así como mejorar la competitividad de las empresas. Por otro lado, el Real Decreto 694/2017 especifica los mecanismos y procedimientos necesarios para la implementación efectiva de la formación bonificada. Entre los aspectos más relevantes, se incluyen los requisitos para la acreditación de las entidades formadoras, los criterios de financiación y los procedimientos de control y seguimiento.

 

A continuación, se detallan los pasos clave para la implementación de un plan de formación bonificada.

 

  1. Diagnóstico de Necesidades Formativas

El primer paso consiste en identificar las necesidades formativas de los trabajadores. Este diagnóstico debe considerar tanto las competencias requeridas para el desempeño eficiente de las funciones actuales como las habilidades necesarias para enfrentar futuros retos. Un caso práctico es el de la empresa XYZ, que realizó una encuesta interna y talleres participativos para identificar las áreas críticas de desarrollo, resultando en la creación de un plan de formación específico para habilidades digitales.

 

  1. Diseño del Plan de Formación

Con base en el diagnóstico, se diseña el plan de formación que incluye las acciones formativas, los objetivos específicos, los colectivos destinatarios y el calendario de ejecución. Este plan debe ser aprobado por la representación legal de los trabajadores (RLT), conforme al artículo 13 del Real Decreto 694/2017.

 

  1. Selección de Entidades Formadoras

Las empresas deben seleccionar entidades formadoras acreditadas o inscritas en el registro de FUNDAE. Estas entidades son responsables de la impartición de las acciones formativas. Un ejemplo práctico es el de la empresa ABC, que contrató a una entidad especializada en formación en liderazgo para desarrollar un programa intensivo dirigido a sus mandos intermedios.

 

  1. Ejecución y Seguimiento

La ejecución de las acciones formativas debe ajustarse al plan aprobado. Es fundamental realizar un seguimiento continuo para asegurar el cumplimiento de los objetivos y la calidad de la formación. La empresa DEF implementó un sistema de seguimiento mediante evaluaciones periódicas y feedback continuo de los participantes, lo que permitió ajustar el contenido y metodología en tiempo real.

 

Costes y Bonificaciones

Los costes de la formación bonificada se clasifican en directos, indirectos y de organización, y deben ser gestionados y justificados adecuadamente para poder aplicar las bonificaciones en las cuotas de la Seguridad Social.

 

Costes Directos

Incluyen las retribuciones de formadores, gastos de alquiler de aulas y adquisición de materiales didácticos. Por ejemplo, la empresa GHI contabilizó los costes de un curso de marketing digital, incluyendo la remuneración de los formadores externos y el alquiler de equipos tecnológicos, siguiendo las directrices de la FUNDAE.

 

Costes Indirectos

Comprenden los gastos de gestión administrativa y los costes asociados a las instalaciones de apoyo. Un caso real es el de la empresa JKL, que imputó costes indirectos como la electricidad y de mensajería, necesarios para el desarrollo de las actividades formativas.

 

Aplicación de las Bonificaciones

Una vez finalizada la formación, la empresa debe notificarlo en la aplicación telemática de FUNDAE y aplicar la bonificación en las cuotas de la Seguridad Social. Esta bonificación se reflejará en el recibo de liquidación de cotizaciones del mes de diciembre del ejercicio económico en curso.

 

Casos Reales y Beneficios

Las experiencias de empresas como XYZ, ABC y DEF demuestran que la formación bonificada no solo mejora las competencias de los trabajadores, sino que también contribuye significativamente a la productividad y competitividad empresarial. Además, el uso adecuado de las bonificaciones permite a las empresas optimizar sus recursos financieros, reinvirtiendo en el desarrollo continuo de su personal.

 

Ejemplo 1: Formación en Habilidades Digitales

La empresa XYZ, ante la necesidad de digitalizar sus procesos, implementó un plan de formación en competencias digitales para todo su personal. Gracias a la correcta aplicación de las bonificaciones, pudo formar a más de 100 empleados sin afectar su presupuesto operativo.

 

Ejemplo 2: Liderazgo y Gestión

La empresa ABC, enfocada en mejorar las capacidades de liderazgo de sus mandos intermedios, desarrolló un programa intensivo de liderazgo. La formación, impartida por una entidad acreditada, resultó en una mejora significativa en la gestión de equipos y en la toma de decisiones estratégicas.

 

Ejemplo 3: Innovación y Creatividad

La empresa DEF, buscando fomentar la innovación, ofreció cursos de creatividad y pensamiento disruptivo a sus empleados. Los resultados fueron evidentes en el aumento de propuestas innovadoras y en la implementación de nuevos proyectos que mejoraron la eficiencia y productividad de la empresa.

 

 

La formación bonificada y programada por las empresas es una herramienta poderosa para el desarrollo profesional y la mejora de la competitividad. Las normativas vigentes proporcionan un marco robusto que garantiza la efectividad de estas iniciativas formativas. Al seguir los pasos adecuados y aprovechar las bonificaciones disponibles, las empresas pueden fomentar un ambiente de aprendizaje continuo, beneficiando tanto a los trabajadores como a la organización en su conjunto.